A la deriva, sin esperanzas de sobrevivir en alta mar, Charles Prendick es rescatado por un barco en una misión sumamente inusual: llevar a una pequeña isla en el Pacífico algunas especies de animales salvajes. Aún debilitado, Prendick está obligado a desembarcar en la isla junto con la carga. Allí, conoce a la figura del Dr. Moreau, un científico que, exiliado por sus actividades polémicas en Inglaterra, realiza experimentos macabros con sus animales.
Moreau y su asistente, Montgomery, cuidan de Prendick pero lo mantienen aislado de las instalaciones donde se realizan sus experimentos secretos. El científico y sus empleados son los únicos humanos en esta isla cubierta de bosques, que es habitada por extrañas criaturas bestiales, pero con aspecto medio humano, que dejan a Prendick aprensivo y despiertan en él un enorme terror hacia los secretos del Dr. Moreau.
La historia es contada en primera persona por Prendick, que transmite al lector la tensión por la cual pasa hasta descubrir lo que sucede de verdad en la isla y en los aposentos secretos de su anfitrión. Esta revelación es hecha más o menos a la mitad del libro. Desde el principio, sabemos que los experimentos de Moreau tienen que ver con las bestias que pueblan la isla (a quien Prendick se refiere como «el Pueblo de los Animales»). Así como Frankenstein, libro con el cual dialoga bastante, La isla del Dr. Moreau es una narración tensa, que utiliza la ciencia para hablar de moral y presenta monstruos verdaderamente espeluznantes.
Otra semejanza entre las dos obras es que, así como Shelley, Wells no se preocupa en detallar demasiado las explicaciones científicas. El punto central de la trama son los resultados de los experimentos del Dr. Moreau, un científico loco cuyos propósitos no son bien explicados (el propio Prendick señala esa falta de justificación de sus actos). Por cierto, por más perturbado que es, Moreau acaba sin destacar como un gran villano; más bien se trata de un hombre inconsecuente responsable por los acontecimientos que salen completamente de su control, pero no es el centro de la narrativa.
Así mismo, durante toda la narración destaca el Pueblo Animal y el funcionamiento de su sociedad semi-humana. Las interacciones de las bestias unas con las otras y con cada uno de los personajes humanos representa críticas de la política, la religión, las relaciones de poder, el concepto de la civilidad y la sociedad en general. Estos personajes no han dejado de impresionarme desde el principio hasta el final del libro, la descripción de su forma física, su comportamiento y, principalmente, la imprevisibilidad de sus actitudes es muy desalentadora, al mismo tiempo que su situación en la historia causa un poco de pena; generando una gran pregunta que impregna todo el libro: ¿qué es ser humano?
Pero los cuestionamientos de la obra también toman forma con personajes humanos. Montgomery, por ejemplo, en diversos momentos intenta convencer a Prendick, un abstemio convencido, de beber. Llega hasta acusarlo de ser un bruto por no consumir bebidas alcohólicas.
Prendick es un protagonista bastante práctico, contando su historia de manera objetiva, con reflexiones muy claras sobre los acontecimientos. Llega a desesperar en más de una ocasión, pero narra sus reacciones de manera bastante fría y directa. Todo esto contribuye a que la lectura sea atractiva y fluya rápido, sin alterar las muchas reflexiones que la obra incita.
Esta clásica obra de ciencia ficción y terror, con sus monstruos humanos y bestiales, es del tipo que deja una marca eterna en la mente del lector.