La Casa de Bernarda Alba

La Casa de Bernarda Alba es la última tragedia y obra de teatro escrita por el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca. La Casa de Bernarda Alba fue terminad el 19 de junio de 1936, poco antes de la muerte del autor. Fue representada por primera vez en el año de 1945. Se dice que la historia presentada en esta obra de teatro se basa en acontecimientos reales; ya que Lorca solía inspirarse y tomar como punto de partida, narraciones de los pueblos y provincias españolas.

En La Casa de Bernarda Alba podemos observar el ideal moral característico de diversas familias españolas durante las primeras décadas del siglo XX. En dicha casa, impera el concepto de honor, de lo correcto y de mantener el “buen nombre”.

Cabe señalar que a través de la obra de teatro encontraremos fuertes influencias del teatro griego, en especial de las tragedias clásicas. Además, se relaciona con este en dos aspectos fundamentales: el determinismo y el libre albedrío como conceptos opuestos. En donde la mayoría de los personajes (las hijas de Bernarda Alba), se encontrarán luchando constantemente contra lo que parece el destino, para poder llevar a cabo su voluntad.

Representación de La casa de Bernarda Alba

Representación de La casa de Bernarda Alba

El argumento de la obra puede parecer sencillo, pero enmascara una complejidad única en lo referente al trabajo psicológico de los personajes. En La Casa de Bernarda Alba, Bernarda, viuda desde hace años, educa a sus hijas según la moral imperante en su tiempo. Estas siempre van vestidas de negro de acuerdo con la tradición de “el luto” por la muerte de su padre; no pueden salir de casa más que acompañadas de su madre o a misa; se les prohíbe tener relaciones de ningún tipo con algún joven u hombre, dentro de la casa están prohibidos los juegos y el ruido, etc.

Como es natural, las hijas de Bernarda Alba se sienten vivir más en una prisión que en su propio hogar, y es así como cada una de ellas busca, a su manera, evadir su realidad; claro está, además, que pocas son las que cumplen a rajatabla con las restricciones impuestas por su madre.

Adela, la hija más pequeña (cuenta con 20 años de edad), es también la más rebelde, e intenta evadir este destino que, observa, ha consumido poco a poco a sus hermanas. Así mismo, se ve enamorada de un joven del pueblo, Pepe; e inician una relación, viéndose en secreto.

Como es de esperarse, dicha relación es descubierta finalmente por Bernarda Alba, quien, furiosa por lo sucedido, por “la mancha” que ha caído sobre el apellido de su familia, toma una escopeta y dispara a Pepe; creyendo que su enamorado está muerto, Adela corre al corral, donde se suicida.

Posteriormente, cuando Bernarda Alba aprecia el cuerpo de su hija, asegura que su “hija murió virgen”.

Contrario a los valores que la casa suele representar; como protección, familiaridad, seguridad, etc.; en esta obra, la casa y la familia representan un círculo opresor del que se desea escapar. La casa de Bernarda Alba es más una prisión y no un hogar; un lugar del que sus hijas (y sobre todo Adela), desean abandonar a toda costa.

La Casa de Bernarda Alba es una obra canónica en la literatura española y universal. En ella podemos observar cómo Lorca confronta la moral de la sociedad de su época con un sentido ético de la vida.

Conceptos como el de honor, pureza, corrección, religiosidad, tradición, etc., son expuestos en la obra de manera magistral; llevando al lector a cuestionar si los valores sociales pueden encontrarse por encima del valor de una vida.

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