Esperando a Godot, publicada en el año de 1955, es una obra de teatro del autor irlandés Samuel Beckett (considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo XX en lengua inglesa), y es el clímax que alcanzó el denominado “teatro del absurdo”. Podemos decir que la trama de la historia es de lo más simple; sin embargo, mucho se ha hablado en la historia de la literatura de los significados ocultos más allá del primer vistazo que damos a la obra.
En Esperando a Godot, obra dividida en dos actos, los personajes principales: Vladimir y Estragón, aparecen en un escenario parco, detenidos a la orilla de un camino, esperando a algo o a alguien a quien denominan sencillamente “Godot”. Tanto Estragón como Vladimir se encuentran en una situación límite, de una angustia constante y abrumados por una esperanza que no los conduce a ningún sitio; sin embargo, hastiados y no hallando mejor cosa qué hacer, permanecen esperando en el mismo sitio. Así, el tiempo sigue su marcha; apareciendo dos personajes más en la obra, Pozzo, un amo explotador, y Lucky, el esclavo de Pozzo. Por último, aparece un quinto personaje que asegura ser enviado por Godot, que motivará aún más la esperanza que retienen Vladimir y Estragón. En resumen, podemos decir que Esperando a Godot es una obra donde no ocurre nada; no obstante, se tocan diversos temas de sumo interés para el desarrollo del espíritu humano.
Han sido bastantes las interpretaciones que a lo largo de los años se le han asignado a Esperando a Godot. Lo cierto es que Samuel Beckett utiliza a la perfección uno de los mejores recursos con los que cuenta el teatro: el diálogo, para poder transmitir al público la angustia y el tedio de los personajes, en comparación con la angustia y el tedio que la sociedad sufre cotidianamente en la época moderna. Así mismo, resalta el hecho de que no hay otro móvil o sentido en toda la obra que la mera espera, ¿la espera de qué?, de algo desconocido para el público pero probablemente también para ambos personajes (Vladimir y Estragón).

Representación de Esperando a Godot
Es en especial, en este punto, que se suele vincular a Esperando a Godot con la filosofía existencialista. En Esperando a Godot somos participes de la vida de dos personajes que pueden hacer lo que deseen de su vida, pueden separarse, regresar por donde llegaron a ese sitio, partir, incluso morir; pero ninguno de los dos decide otra cosa sino continuar esperando; incluso se llegó a interpretar Esperando a Godot como una obra que mostraba la espera de Dios en un mundo donde Dios estaba muerto; y esto en especial relación con el término “God”, que en inglés significa, precisamente, “Dios”; no obstante, esto fue negado por Beckett.
Esperando a Godot fue la primera obra de dramaturgia seria que Samuel Beckett publicó, y desde el año de 1955, ha sido reeditada, reimprimida y puesta en escena cientos de veces. Sin duda, una obra maestra de la literatura, entrañable, entre otras cosas, por el mero hecho de que carece de un significado fijo. Esperando a Godot puede ser interpretado de mil maneras diferentes; y, sin embargo, al parecer ninguna tendrá la verdad absoluta. Es una obra que tendremos que leer para comprender, o mejor dicho, para no comprender. Un texto en el que después de la primera lectura, encontraremos nuevos significados; mismos que parecerán inagotables.
Esperando a Godot puede ser calificada como un “pozo sin fondo”; y al parecer, nunca sabremos verdaderamente qué o quién es Godot, y por qué lo esperan tan fielmente Vladimir y Estragón.