Henrik Ibsen fue uno de los autores más controvertidos del siglo XIX. En sus obras que criticó los prejuicios de la sociedad burguesa y creó un sinfín de personajes, sobre todo femeninos, llenos de matices. Ibsen pasó a la historia por su talento para desarrollar novelas incómodas para la sociedad en la que vivía. Sus escritos profundizan en diversos aspectos psicológicos de sus personajes; criticando diversos prejuicios sociales; así como la falta de honradez del capitalismo y la ignorancia política, en general, de sus contemporáneos.
Casa de Muñecas es la obra de dramaturgia más conocida de Ibsen. Toda la obra se representa en un hogar familiar de clase media alta, donde Ibsen nos muestra la vida cotidiana como ningún otro literato, una vida que podría ser la nuestra. Nora, el personaje principal, se encuentra presente en cada escena; lo que la vuelve el centro de las acciones llevadas a cabo durante la obra.
Ibsen comienza introduciendo el tema central de la obra: Nora y su relación con su esposo y con el mundo exterior. Nora sirve como símbolo para las mujeres de la época; en realidad, podríamos tomar a Nora como el estereotipo de la mujer, contemporánea a Ibsen.
Las mujeres pertenecientes a la clase alta, parecían, en su mayoría, mostrarse satisfechas con los lujos de la sociedad moderna, sin pensar ni preocuparse por el mundo en el que vivían. En el proceso de la obra encontramos momentos en los que Nora realmente parece disfrutar de la riqueza materialista. Parece que el dinero es la clave de la felicidad. Ibsen crea una obra en la que el tema principal es la relación entre la mujer y su entorno.

Interpretación de casa de muñecas
Sin embargo, también es claro que la poca relación con el mundo no es precisamente culpa de Nora. Su marido, Torvaldo consideraba a su esposa como un objeto más de su propiedad, un objeto que debe poseer y controlar. Incluso emplea nombres de animales para referirse a ella, lo que entrevé la poca importancia de Torvaldo hacia la individualidad de Nora. En ocasiones parece ser su padre, más que su marido. Además, Nora se encuentra atada a él, ya que depende completamente de él para su manutención y la de sus hijos.
No obstante, con el paso del tiempo, en la obra, podremos observar como Nora comienza a cuestionar su realidad y a ejercer su voluntad en su vida. Así, llegará el momento clímax en la obra: el instante en que Nora decide cambiarlo todo, ir en contra de las normas morales de la sociedad, ir en contra de los estereotipos y del escrutinio público al que se someterá su vida; es decir, Nora, a pesar de tener hijos y un esposo “al lado del que debía permanecer”, toma la decisión de marcharse de casa y vivir por sí misma.
Como podemos imaginar, expresar esto, aun cuando fuera en una obra de teatro, en el siglo XIX; era algo sin precedentes. De hecho, la representación de Casa de Muñecas fue prohibida en diversas ciudades de Europa, por considerarla como una obra que hería la susceptibilidad del público; y podía alterar el orden social.
Muchos han considerado a Henrik Ibsen como uno de los primeros literatos en tratar el tema de la emancipación de la mujer en las sociedades contemporáneas; otros lo consideran como el primer feminista de los tiempos modernos. Lo que es cierto, sin duda, es que Casa de Muñecas es una obra maestra de la literatura que nos hará cuestionarnos los roles que han sido impuestos, más que por un cuestionamiento ético, por la tradición moralista de las sociedades occidentales.
En esta obra de teatro se nos ha mostrado, desde hace más de un siglo, como el rol de la mujer parece, aún en muchos lugares, encadenado a la voluntad del hombre.